Entre Ríos, Argentina – El notable novelista ruso León Tolstoi, escribió: “Pinta tu aldea y pintarás el mundo…“ Si alguien desea saber cómo piensan, sienten y viven los hombres y mujeres de las distintas regiones del orbe, primero han de empezar por “su aldea”, el “patio de su casa”, “los vecinos”. No son posibles la guerra o la paz sin entender al que está al lado.
El 24 de Abril de 1888, se aprobó el Primer Plano Oficial de Crespo. Es la fecha que los crespenses tomamos para celebrar el natalicio de nuestro pueblo (“nadie te fundó en la plaza, / como se fundan los pueblos…” diría Humberto Alfredo Seri). Nació y creció junto a la estación de trenes que le dio su nombre: Gobernador Antonio Crespo. Hoy ya no están los trenes a pesar de que el alumbramiento se dio al costado del andén.
Crespo fue importante desde su nacimiento, debido a que su estación ferroviaria fue diagramada en la red que cubría Paraná con Concepción del Uruguay, como “Estación de Primera Categoría”, circunstancia de privilegio con respecto a las otras estaciones cercanas. Y desde ahí en adelante, siempre fue más importante que los pueblos circunvecinos. Fue importante la primera población constituida fundamentalmente por criollos venidos del lado de Nogoyá. Fueron más de trescientos, y muchos de ellos venían de trabajar en Crucesitas Séptima o zonas cercanas, donde se realizaba la tala de la formación arbórea que servía para transformar la madera en carbón en grandes hornos, o hacer los famosos “parquet” en “El Taller” de Don Cristobal, de tanta demanda a fines del siglo XIX.
Se conchabaron en la obra del ferrocarril y trajeron sus familias a partir de fines de 1884. En 1885/6 ya había una población criolla de unos mil habitantes. Así nacieron los barrios Negro, Seco y el Salto Oriental, con criollos venidos del Departamento Nogoyá. Y empezaron a llegar inmigrantes, dentro de la gran inmigración europea a nuestro país, entre ellos italianos, españoles, polacos, judíos árabes, etc. Muchos de estos eligieron la parte cercana a la estación, constituyendo con sus comercios e industrias el barrio Centro.
Cuando en 1887/8 se instalaron las primeras 39 familias de colonos alemanes del Volga, que le compraron 2.000 hectáreas a Ignacio Crespo, en un contrato solidario, fundando la aldea y colonia San José, a mil metros de la Estación, la actividad en Crespo dejó de ser sólo la obra del ferrocarril, sino que también lo fue la actividad agropecuaria que producía un gran movimiento en los comercios y en las industrias del pueblo. Muchos inmigrantes italianos también compraron campos y fueron colonos en las inmediaciones de Crespo, que empezaba a ser agrícola.
La gente prefirió radicarse en las estaciones de primera categoría, por eso la población de Crespo siempre fue más importante que la de los otros pueblos que se fundaban a orilla de la red ferroviaria. También es por eso que los colonos le dieron mayor importancia a la cercanía de sus campos a este puerto importante. Tanto es así que en 1887/8 los colonos alemanes del Volga compran al mismo tiempo a tres estancieros: Fabián Aulí, donde fundan María Luisa; a los Cuestas, y fundan San Rafael, y a Ignacio Crespo, fundando la aldea San José a solo 1.000 metros -conviene reiterarlo- de la estación “Gobernador Crespo”.
Los primeros pagaron $ 20 la hectárea, los de San Rafael que estaba un poco más cerca del puerto (Léase Estación Crespo) pagaron $ 30 la hectárea, y en Crespo pagaron $ 80 la hectárea. Tanto es así que a estos colonos se los conocía en la gran comarca como “los ochentistas”, por el precio elevado que habían aceptado pagar. Las otras colonias de alemanes del Volga, como Alvear, y los que se estaban estableciendo en otros lugares, los llamaban “Die achtziger” o sea “los de los ochenta”, e incluso les vaticinaban que no los iban a poder pagar.
Ellos fueron los primeros en acercar las cosechas a los cerealistas que operaban cerca de la estación con grandes galpones, y no tenían las dificultades de transporte que en esos años se hacían en pequeños carros, dificultados a veces por la lejanía a los lugares de venta, o impedidos de hacerlo en época lluviosa. Los “ochentistas” nunca perdían una cosecha por esas circunstancias, ya que en esos tiempos no existían silos, ni galpones en el campo. Más aún, no había bolsas y el trigo debía depositarse siempre “a cielo abierto”, con la exposición a las lluvias que hacía perder todo en esas condiciones. Estas circunstancias les dieron ventajas a los “ochentistas” que les significaron mayor solidez económica que los colonos que habían pagado menos, en puntos, claro, más distante del puerto ferroviario.
También estudiaron estas características de diagramación de las categorías de estaciones, los inmigrantes de Europa central. Los inmigrantes que traían proyectos importantes de desarrollo comercial o industrial eligieron Crespo. Por esa razón bajaron acá Bione y Batagliero, e instalaron dos panaderías muy grandes, con elaboración de productos europeos, con gran variedad de panes, galletas, bizcochos y facturas.
Por la misma razón eligieron este lugar don Pablo Diana, Don José Vicario y don Andrés Spoturno para poner hospedajes y fondas modernas, con mucha capacidad para la época, con salones de reuniones y “banquetes”, con comedores, grandes galerías y patios interiores con agua, pastos y sombras para los animales de las carretas y carros; porque aquí iban a bajar los viajantes y los compradores del interior de la zona. Aquí eligió don Eugenio Dorato para desarrollas sus actividades de hospedaje y fonda, bar y confitería, cine-teatro, pista de baile, cancha de paletilla, y luego surtidor de combustible y taller mecánico. Y por último, acá llegaron hombres visionarios como don Otto Sagemüller, que no bajó porque le gustó el paisaje o las lomadas sino porque sabía, al igual que los nombrados, que los pueblos se desarrollan y crecen alrededor de los puertos, y la Estación Crespo reunía esas condiciones. Por eso llegó don Alejandro Mohor, que constituyó las primeras comisiones vecinales, las primeras plantaciones de árboles en espacios públicos, que fundó el Banco Agrícola Regional, que fue herramienta fundamental para el desarrollo de la actividad agropecuaria con créditos de fomento, y posteriormente fue al alma matter de la fundación de La Agrícola Regional Coop. Ltda. y por muchos años su gerente. Cooperativa que junto con las empresas de don Otto Sagemüller fueron la columna vertebral del desarrollo.
Llegaría también un hombre fundamental para el desarrollo avícola, don Luis Teodoro Kaehler, de quien derivarían también las futuras plantas de incubación de Feller, de Eichhorn, de Pach, de Gottig Müller. Por eso, cuando se cierra la estación en 1949 (actual escuela de Comercio) y posteriormente la del estado (Estación de Km 34), en Crespo ese hecho no produjo un golpe mortal, aunque lógicamente sí, doloroso. En cambio para las otras estaciones vecinas, que fueron de segunda categoría, fue el motivo principal de la agonía de los pueblos que las rodeaban. Y hasta se produce la llegada de los habitantes de esos pueblos a Crespo, que seguía su camino hacia el futuro, con pasos firmes. Ya tenía “autonomía de vuelo”.
(Por Orlando Britos)
Fuente y fotografía: paralelo32