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España: El Ferrocarril de La Robla a Bilbao cumple 125 años en la estación vasca de Valmaseda

HISTORIA FERROVIARIA

La línea férrea de vía estrecha más querida en León comenzó su andadura entre el 6 de octubre de 1892 con la apertura de un tramo de 43,5 kilómetros entre la localidad vizcaína y la burgalesa de Espinosa de Los Monteros, tan sólo año y medio después de iniciarse las obras en abril de 1890.

Octubre de 1892. Nace en Valmaseda la línea de tren que más cariño tienen los capitalinos leoneses, y toda la Montaña Central y Oriental. El Ferrocarril de La Robla a Bilbao. El Hullero. El tren de Matallana o el tren de la FEVE, entre otras formas familiares para llamarlo en León. Ciudad que está a la espera de que vuelva a reabrir su otra Estación del Norte, la de vía estrecha, aún siendo una línea de incierto futuro.

Sin embargo no ‘nació’ en la provincia leonesa, sino que su primer tramo se abrió en el País Vasco. Allí donde aún le llaman ‘El Ferrocarril de La Robla’. O en la Cabeza de Castilla burgalesa, según el punto de vista que se tenga de las primeras terminales de la primera línea de este mítico ferrocarril de ancho métrico. De 1.000 milímetros. O vía estrecha, como se quiera decir. Oficialmente la ‘Sociedad del Ferrocarril Hullero de La Robla a Valmaseda, S.A.’ fue creada en 1890, y, tras año y medio de arduo trabajo, terminó su primer tramo de 43,5 kilómetros entre la estación vasca y Espinosa de los Monteros, en la provincia de Burgos.

Según la Ferropedia, «el tramo principal del Ferrocarril de la Robla, entre La Robla a Valmaseda es el más largo de los de vía estrecha que se construyeron en España, ya que además de unir ambas localidades, su extremo occidental se prolongó hasta la ciudad de León; mientras que su otro término llegó a estar después en Luchana, a las puertas de Bilbao».

Algo que tuvieron que plantearse cuando entró en quiebra por primera vez en 1896 por no haber contado con el tráfico de viajeros entre las dos ciudades, ya que el primer tramo de 284 kilómetros no llegaba a ellas. Aunque llegó a Luchana diez años después, en 1902, se tardó mucho más en construir la Estación de León; que se inauguró en 1923. A partir de ahí la conexión directa entre ambas ciudades tuvo una extensión total de unos 344 kilometros, más o menos la configuración actual que cruzaba cinco provincias: la leonesa, la palentina, la burgalense, la santanderina y la vizcaína. Cerró de forma total en 1991 por déficit de explotación, pero la fuerte presión vecinal consiguió que se volviera a reabrir por tramos desde 1993 a 2003,

Una imagen de la locomotora La Robla tipo 031T de 1892 número 23 del Ferrocarril de La Robla a Bilbao.

El proyecto de 1890, 284 kilómetros en vía métrica

La línea férrea entre León y Bilbao comenzó con un proyecto de Mariano Zuaznavar Arrazcaeta, un ingeniero de minas que lo promovía. El 18 de abril de 1890 se constituyó la compañía en la notaría de Bilbao, de Felix de Uríbarri. El primer proyecto era establecer un ferrocarril de vía ancha entre La Robla, que ya estaba en la línea actualmente gestionada por Renfe León-Gijón, y la estación de Izarra situada en la linea de Tudela a Bilbao.

Sin embargo, realizados los estudios pertinentes, se llegó a la conclusión que el presupuesto para ello era elevadísimo, y que era mejor adoptar el ancho métrico (1.000 milímetros) en los 284 kilómetros entre La Robla y Valmaseda, para poder así enlazarla con la línea del Cadagua, que terminaba en Zorroza en la ría de Bilbao. Para ello aprovecharían una vía en estuche del Ferrocarril de Portugalete, destinada a depositar el carbón en los centros productores de la ría de Bilbao.

El proyecto de ley se presentó en las Cortes el 26 de noviembre de 1889, y se convirtió en Ley el 11 de julio de 1890. A toda prisa, el contrato de ejecución de obras se firmó el 17 de abril de 1890 con los contratistas José Maria de Yriondo y Juan José Cobeaga. Las obras se llevaron con rapidez, abriéndose este primer tramo en año y medio. Y a los tres años y medio, en septiembre de 1894, se habían terminado.

«La infraestructura principal (terrenos, explanaciones, túneles y puentes) costó unos diez millones de pesetas. La supraestructura (edificios, vías, talleres y mobiliario) algo más de siete, y el material móvil (locomotoras, coches y vagones), unos dos, por lo que el coste del ferrocarril rondó los veinte millones de pesetas de la época», explica su artículo en la Wikipedia.

Por desgracia, los primeros resultados fueron decepcionantes. La sociedad se presentó en suspensión de pagos el 14 de febrero de 1896. Las acciones perdieron el 60% de su valor nominal y fue necesario que se hicieran dos emisiones más para reflotarla con intención de conectar León y Bilbao y así generar más dinero con el tráfico de viajeros.

Tardarían casi veinte años más en conseguirlo.

Jesúts María López de Uribe

 

Fuente y fotografía: ileon

 

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