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PRIMER FERROCARRIL EN CHILE

PRIMER FERROCARRIL EN CHILE.- El 26 de diciembre de 1851 fue un día memorable en Copiapó. Al ritmo de campanas y silbatos el primer tren de Caldera hizo su entrada a la capital de la plata, arrastrado por una locomotora bautizada con el nombre de la ciudad: La Copiapó.

Fue el triunfo de la voluntad del empresario William Wheelwrigh, estadounidense avecindado Chile, quien logró interesar a varios acaudalados empresarios, obteniendo un capital inicial de 800 mil pesos de la época. El 20 de noviembre de 1849 el gobierno de don Manuel Bulnes le entregó la concesión definitiva a la naciente Compañía del Camino Ferro-Carril de Copiapó.

La elección de la zona no fue al azar. En 1832 el humilde leñador Juan Godoy descubrió el enorme yacimiento de plata de Chañarcillo. La necesidad de transportar el mineral hacia la costa favoreció el desarrollo del tren.

Las obras se iniciaron en marzo de 1850 y el ancho de vía fue la normal europea (1.4 m), en tanto que el trazado del puerto al interior fue el mismo que hoy se conserva. A comienzos del siglo XX fue reemplazada por la trocha de un metro.

Las locomotoras y el material rodante complementario se encomendaron a la fábrica Norris & Brothers de los Estados Unidos, la misma empresa que construyó muchas de las poderosas máquinas que apoyaron la conquista del Oeste.

La primera prueba tuvo lugar el 29 de julio y fue la primera vez que un tren circuló en Chile.

A contar del 1 de enero de 1851 el tren inicio los recorridos diarios. Salía de Copiapó a las 9 de la mañana y llegaba a las 13:00 a Caldera. A las 15:00 iniciaba su regreso del puerto para arribar a la ciudad a las 18:30. Para quienes viajaban en primera clase el pasaje costaba 4 pesos y 2 reales. Si se viajaba en segunda, 2 pesos y 1 real. La carga pagaba 4 reales por quintal. Dos veces por semana corría un tren-correo.

La vía fue extendida luego a los poblados cercanos de Puquios y San Antonio y se construyó una estación en Copiapó. También se agregó la ruta a Chañarcillo, con lo cual se enteraron 142 kilómetros de vía.

Durante 58 años el ferrocarril fue administrado por particulares, pero el decaimiento de la minería y las altas tarifas cobradas concluyeron en una campaña para que lo adquiriese el Estado, lo que ocurrió en 1910.

No fué el primero en Sudamérica como suele asegurarse, sino tercero. Lo antecedieron el Georgetown–Plaisance (8 km) en 1848 y Callao–Lima (14 km) en abril de 1851. No obstante, cabe destacar que la única locomotora que se conserva en la actualidad es LA COPIAPÓ, pese a que debía cubrir una distancia mucho mayor.

diarioelgong

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