Olor a vieja madera y a frenos quemados han acompañado esta madrugada al más de un centenar de viajeros que han regresado durante un par de horas al pasado a bordo de un antiguo metro construido en 1926 y que circuló por el suburbano de Barcelona hasta 1987.
La Fundación de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) ha organizado esta madrugada un recorrido nocturno por la línea 2 con el primer tren del Gran Metro, el histórico M1-M6-M8 (serie 300).
El recorrido histórico ha homenajeado el Metro Transversal en la celebración de sus 90 años, -construido por la sociedad Ferrocarril Metropolitano de Barcelona el 10 de junio de 1926-.
Los pasajeros invitados por TMB han podido caminar por la estación de Sagrada Familia rodeados de una exposición de fotografías en blanco y negro que mostraban las estaciones de metro años atrás, imágenes que han teñido el ambiente de un gris nostálgico.

Dos hombres disfrazados de revisores de los años 20 pedían el billete a cada uno de los pasajeros, algunos de ellos ataviados con trajes de época y algunos incluso con pipas, eso sí, sin tabaco.
El historiador Alfred Puig ha explicado a los viajeros el motivo de la edición «90 años del Transversal», en el que ha recordado el primer proyecto del ingeniero Fernando Reyes en 1912, que pretendía unir el barrio de Sants con Glòries, con una estación en la plaza de Catalunya.
Más de un centenar de personas han esperado pacientes en el andén la llegada del convoy, originario de 1924, año en el que se inauguró la línea del Gran Metro entre las estaciones de Lesseps y Catalunya, la primera de Barcelona y precursora de la línea 3.
Entre gritos de los asistentes y los silbidos del metro, el convoy M1-M6-M8 ha llegado a la estación con la elegancia propia de un tren experimentado, nostálgico, orgulloso e histórico, construido de madera roja y negra.
Los pasajeros se han amontonado para tomar las mejores posiciones y asientos, mientras un grupo de tres caballeros vestidos de época revisaban con ojo clínico el vagón: «esto está reformado a medias, el techo es de los 80», ha reprochado un hombre con barba oscura y boina de tela marrón.
A su lado, una mujer de pelo caoba acariciaba su asiento mientras le susurraba a su marido: «los del transversal eran de madera».
Él le ha respondido con ironía: «Sí, ¡y funcionaba tirado por dos caballos!».
El tren ha arrancado con brío, pero a medida que avanzaba el trayecto, la velocidad se estabilizaba, y desde las ventanas de los años 20 se podían observar los grafitis del siglo XXI.
El convoy de la serie 300 ha hecho dos paradas, una en la estación de Encants, y otra en la estación de La Pau, donde los pasajeros han salido del tren para dejar constancia en fotografías de su viaje nocturno al pasado.
Poco antes de las dos de la madrugada de hoy, los pasajeros más jóvenes yacían dormidos en las faldas de sus padres mientras el traqueteo del tren los balanceaba con ternura durante el trayecto de regreso.
El viejo metro ha llegado sin problemas a la estación de Sagrada Familia, donde un chico alto y moreno ha comentado risueño: «¡Hemos llegado al futuro!». A su lado, una chica que parecía agobiada por el gentío le ha preguntado: «¿ Y por donde se sale?».