Los familiares de las víctimas de la tragedia de Once conmemoraron ayer un nuevo acto en memoria de los fallecidos, poco antes de que el fiscal Fernando Arrigo cerrara su alegato en el juicio oral que determinará las responsabilidades sobre el accidente en el que murieron 51 personas. Paolo Menghini, padre de Lucas, leyó un documento en el que destacó el compromiso del fiscal. «Ha trabajado a destajo» y con «conducta ejemplar», sostuvo.
Los familiares insistieron con la existencia de un «correo electrónico interno del día 17 de febrero (de 2012) en el que el gerente de material rodante (de la por entonces concesionaria de la línea Sarmiento, TBA), Roque Cirigliano, indicaba que el tren Chapa 16», que protagonizó el siniestro, «estaba condenado a la inactividad».
La lectura se realizó durante un acto frente a los tribunales de Comodoro Py, con motivo de la conmemoración de los 43 meses de la tragedia, que había sido suspendida el 22 de este mes por mal tiempo. El escenario elegido coincidió con el desarrollo, dentro del edificio, del juicio oral ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2.
«A pesar de lo difícil de este momento, en el que se cruzan la esperanza, la ansiedad, con tantas otras sensaciones, hay una para la que no hay lugar: el miedo», dijeron.
Y respondieron a los abogados querellantes que sólo acusaron al motorman, Marcos Córdoba. «Cuando dijimos que no olvidamos ni perdonamos ni negociamos, lo hicimos desde una íntima e indestructible convicción. Obviamente somos muy diferentes a ellos. Nunca entenderán lo que nos pasa. Nosotros tenemos familiares muertos y una lucha llena de pureza y reconocida por todo el país, mientras ellos tienen un negocio más. Nuestro rechazo no es a sus clientes, tan víctimas como nosotros, sino a las expresiones de esos profesionales, que no han podido dejar su vedetismo e intereses de lado», sentenciaron.
Los familiares volvieron a referirse a los destinos del dinero de los subsidios para los trenes. Luego de enumerar una serie de desvíos de fondos supuestamente concretados por los Cirigliano, a cargo de la concesión de TBA, indicaron: «Un día antes de la tragedia, con la tarjeta de los Cirigliano que se pagaba con dinero de cada uno de nosotros se gastaron 6472 dólares en joyas. Sí, 6472 dólares en joyas. Es, en términos generales, el valor de uno de los compresores que le faltaban al Chapa 16. Con ese elemento de frenado, el Chapa 16 obviamente no hubiese sido un tren en condiciones, pero seguramente hubiese podido detenerse. Y nuestros familiares estarían vivos».
Indignados, recordaron que «ellos eligieron usar nuestro dinero para su propio beneficio, olvidándose que miles de vidas dependían de ellos en cada tren. Y todos sabemos el resultado».
Antes de ingresar en la sala de audiencias, concluyeron: «Reponernos de las ausencias es imposible. Tan imposible como no sacar fuerzas de donde no se tienen para ver a los responsables de ese dolor tras las rejas».
La Nación
