miércoles, mayo 1, 2024
InicioNoticiasNacionalesRecorren 1.800 kilómetros en una zorrita para celebrar el Bicentenario

Recorren 1.800 kilómetros en una zorrita para celebrar el Bicentenario

Tucumán.- En esos pueblos abandonados a la orilla de las vías muertas, el traqueteo de La Brujilda llega como si trajera un anuncio. De repente el sonido metálico de las ruedas despabila a los vecinos, que no esperan ningún aviso para agolparse en la estación. Estaciones abandonadas, algunas vandalizadas, unas pocas convertidas en museo ferroviario. Y ahí aparecen ellos, “los 12 apóstoles de las vías”, como los bautizaron en Villa Maza, una de las 125 estaciones por las que pasarán en esta travesía que comenzó en Bahía Blanca y que llegará a Tucumán para celebrar el Bicentenario de la Independencia.

La Asociación Ferroviaria Los Catangos es un grupo de ferroaficionados que ya se subieron 11 veces a las “zorritas” para recorrer el país con la Travesía Ferroviaria Solidaria. Esta vez, la hazaña cambió de nombre y se ha llamado Travesía Ferroviaria del Bicentenario. Recorrerán 1.852 kilómetros y planean llegar a nuestra ciudad el viernes. “La idea era llegar unos días antes y poder descansar, pero la lluvia torrencial y algunos inconvenientes con la zorrita nos están demorando”, contó ayer en diálogo con LA GACETA Gustavo Mastrocola, uno de los integrantes de este viaje por las entrañas de acero del país. Ayer se encontraban en la localidad de Díaz, provincia de Santa Fe, donde aguardaban la reparación de uno de los acoplados de La Brujilda, el nombre de la máquina descapotada que los traerá hasta la Cuna de la Independencia.

En esos acoplados, todo en versión mini, es donde cargan la pata solidaria de sus travesías. Banderas de izar y de ceremonia, útiles escolares y otros insumos llenan estos carros y luego se reparten en las escuelas rurales por las que pasan. “Este año pusimos especial énfasis en repartir banderas de mástil, por lo que simbólico de ir llenando de banderas el interior del país en el año del Bicentenario”, explicó Gustavo. Eso es lo que ellos dan, pero lo que recogen doblemente gratificante para ellos. “La lluvia, el frío, los tramos en los que tenemos que transitar a 8 km/h, todo eso desaparece cuando vemos la sonrisa de un chico que nos recibe o con el llanto de un abuelo que recuerda el ferrocarril. Eso nos llena de gratitud y nos da fuerza”, confiesa Mastrocola. Además de los útiles y las banderas, en las escuelas que visitan dejan otra huella: clases de educación vial.

Los viajeros van preparados para pasar la noche en los andenes de las estaciones, con carpas y bolsas de dormir para cuando la noche los agarre. Pero pocas veces, desde que partieron el 23 de junio, tuvieron necesidad de hacerlo. “Siempre aparece una comuna, una escuela o una familia que nos da albergue. Es muy bueno lo que genera la cultura ferroviaria en los pueblos que la vivieron de cerca, hay un espíritu solidario muy fuerte. Ayer, por ejemplo, cuando nos quedamos en Díaz, a los 15 minutos apareció la Comuna con comida, alojamiento y mecánicos para reparar la zorra”, festejó este “apóstol” de las vías.

La zorra en la que viajan está propulsada con un motor a mezcla, de un sólo pistón y 27 caballos de fuerza. Recorren unos 120 kilómetros por día a velocidades máximas de hasta 30 km/h. “Tenemos el mismo sistema de comunicación que el todo el ferrocarril. Antes de partir de una estación nos comunicamos con la central que nos informa cuándo y hasta dónde tenemos vías. Cuando va a venir un tren nos cambiamos de vía y esperamos a que pase y nos vuelvan a autorizar”, explicó Mastrocola.

El plan inicial marcaba la llegada a Tucumán el jueves, pero los problemas técnicos y climáticos extendió ese plazo hasta el viernes, la víspera de los festejos del Bicentenario.

Diario Paronama

RELATED ARTICLES

MAS POPULAR