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Un apasionado por los ferrocarriles, la historia de Juan Santos Luna

Santiago del Estero – Argentina – 11/12/2020: Don Juan Santos Luna tiene 89 años y vive en Quimilí. A tres meses de cumplir 90 años y a pesar de su edad, mantiene su cuerpo en actividad y su memoria activa trasmitiendo la sabiduría que le supieron otorgar los años de su larga y ejemplar existencia con una historia de vida que se inició con una niñez sufrida. Entre hachas y obrajes hasta que ingresó a trabajar de peón en el ferrocarril, donde sus ganas de superación lo llevaron a ocupar los cargos más altos de Ferrocarriles Argentinos en la región.

Nació en Alhuampa, departamento Mariano Moreno. Cursó la primaria en la escuela N° 402 de la localidad de Donadeu. En 1945, en épocas de la guerra mundial, se trasladó con toda su familia a Quimilí, para radicarse en el paraje Santa Rosa, donde con 14 años de edad recién cumplidos y con solo cuarto grado de la primaria oficiaba de contador de los obrajeros que trabajaban en la zona.

Testigo vivo de carros cargados de madera, tirados por mulas cansadas y de hacheros que se perdían en el monte, regresando cuando el sol se recostaba en el poniente, esos tiempos que don Juan Santos denomina “sin lamentos”, en clara referencia a la infancia sufrida que pasó en épocas de laboreo, a los modos de la crianza de la vieja usanza a la que relata en su libro “El Coloquio con los Silencios”.

A los 16 años de edad formó parte del operativo nacional denominado Flor del Ceibo para la habilitación de escuelas rancho en plena selva virgen del departamento Copo, convirtiéndose así en uno de los primeros forjadores de la educación popular en esas tierras lejanas.

A los 18 años ingresó en la empresa Ferrocarriles Argentinos, donde recogió gran parte de su experiencia, donde aprendió, creció y se superó desempeñándose durante 43 años, desde el escalafón más bajo, como peón, llegando a ocupar cargos de categoría superior, tanto operativos como administrativos.

En el año 1969 decidió estudiar para poder escalar y se recibió de ayudante jurídico en el Instituto Universal Comercial y en 1983 recibió el diploma de honor de Ferrocarriles Argentinos por su “Acción y Responsabilidad, Funciones Operativas y Administrativas”.

En 1987 perteneció al cuadro de honor de la Asociación Personal Superior por Jornadas de Capacitación de Consejeros Asesores en Mar del Plata, Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados. Todo esto mostrado en su minirredacción, donde a pesar de sus casi 90 años todavía escribe y cuenta historias de vida que luego se trasforman en libros.

Cuando se encontraba al frente de la estación ferroviaria Mate de Luna, en Tucumán, el cierre, lo obligó a pasar a retiro y a partir de ese entonces su vida transcurre entre escritos y lecturas, componiendo canciones, poesías y relatando historias que guarda en su memoria y las recoge a diario entre las miles de páginas que redacta, que son de su puño y letra y asegura que escribe porque así vive, tratando de vivir, acortar los días de pandemia.

Don Luna siempre vuelve a hablar de su pasión: el ferrocarril, haciendo uso de una lucidez y conocimiento admirable, cuenta que “en todas las estaciones había un jefe que era el libro de consulta de todos los vecinos. Sabíamos los problemas y ayudaba a solucionarlos. En cada lugar por los que yo pasé, existe una anécdota, una historia de vida. Me siento orgulloso, de haber formado parte de Ferrocarriles Argentinos”, manifestó emocionado.

En el viejo Quimilí vive don Juan Santos Luna. El mismo que se ocupó de que su casa se trasformara y acompañara la modernidad de la nueva y pujante ciudad, porque también es albañil.

Un jubilado con 43 años de servicio en el ferrocarril, a sus casi 90 años es el testimonio vivo de carros cargados, tirados por mulas cansadas que fueron marcando a paso lento el progreso y desarrollo de los pueblos. Cuando habla de Quimilí lo recuerda y aclara que en la década de los 80 con la invasión de la reja de los arados, sufrió una reconversión productiva, dejando la actividad forestal y convirtiendo a los montes de rehaches en campos donde la actividad agrícolo-ganadera potenció la economía y hoy afirma que Quimilí es una de las ciudades más pujantes e importantes del Noreste y Norte santiagueño.

Fuente: Nuevo Diario Web

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