Lo que representa ese sistema de transporte para el continente lo refleja un amplio artículo que publicó El País, de España.
Y lo que provoca en la capital del país ese icono de la urbe antioqueña lo reflejan las opiniones que hay sobre el proyecto bogotano que tarda en arrancar.
Lo primero que destaca el diario español es la tarjeta Cívica de Medellín, con la que un usuario puede tomar el teleférico del Metrocable, subir al tranvía, ingresar al metro, hacer un trayecto en Metroplus y hasta montar en una bicicleta pública, todo por un viaje de 2.080 pesos.
“Pocos sistemas de transporte masivo del mundo integran bajo un mismo paraguas tantos medios de locomoción”, asegura la publicación, y explica que la empresa pública Metro de Medellín está a cargo de todos ellos —excepto las bicicletas, que dependen de otro organismo— “y ha conseguido, a lo largo de muchos años y no sin contratiempos, convertirlo en un modelo para toda Latinoamérica”.
Consultado sobre el tema por ese medio, Manuel Rodríguez, especialista en transporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explicó que “El factor diferencial con respecto a otros sistemas es que su autoridad de transporte [la de Medellín] empezó a concebir toda la movilidad de forma integrada […] y aporta financiación y conocimiento (estudios, informes, encuestas) a muchos de los sistemas de Latinoamérica”.
Aclara, eso sí, que no es un sistema replicable en cualquier lugar, porque, por ejemplo, el Metrocable solo es necesario en lugares con orografía específica.
En otra reflexión al respecto, Ana María Pinto, también del BID, sostiene que “en su tiempo nadie se habría creído que hoy iba a ser tomado como un referente: hubo sobrecostos, falla institucional, dudas de demandas. Tuvo costos altos, pero ha consolidado un sistema que todos queremos ver”.
En un sondeo publicado en un artículo de Pulzo sobre la razón que explicaría la imagen desfavorable de Peñalosa (reflejada en la más reciente encuesta de Gallup en donde al alcalde bogotano le va mal) los lectores calificaron mayoritariamente que, entre otros aspectos, eso se debe a la insistencia en Transmilenio, un sistema de transporte desprestigiado entre los bogotanos, y a los cambios de opinión que ha tenido sobre el metro, un proyecto del que están enamorados los bogotanos.
Fuente y fotografía: pulzo
