La Plata- Los cruces de calle 1 y las avenidas 32, 38 y 44 son todos muy problemáticos.
Eterno problema de la jungla del tránsito platense, cruzar los pasos a nivel se ha convertido para miles de automovilistas y peatones en un riesgo cotidiano. Entre el “cuello de botella” que se genera durante las horas pico, la deficiente señalización de numerosos cruces y la escasa precaución que muestran muchos conductores, atravesar a diario esos puntos críticos es casi una aventura.
El problema no es nuevo, pero parece aumentar año tras año, a medida que el parque automotor local crece y deja al descubierto que el actual trazado vial todavía tiene muchos aspectos por resolver.
Sobre calle 1, los cruces clave a la altura de 32, 38 y 44, son todos problemáticos. Cada una de esas esquinas tiene sus particularidades, pero ninguna se caracteriza por su agilidad y seguridad a la hora de cruzar.
Tanto en 32 como 38 el problema es de similar naturaleza. Sin puentes ni semáforos, se generan grandes congestiones y eternas colas de vehículos cuando los autos que circulan por 1 frenan para ceder el paso a los que atraviesan el paso a nivel con sentido de 115 al centro platense.
“Los que cruzan la vía tienen prioridad, y también la tienen los que vienen por derecha”, dijo Mario Speziale, vecino que hace más de 40 años vive a pocos metros del cruce de 1 y 38.
Speziale contó que todos los días “se forman filas interminables” sobre la avenida 1, que pueden llegar fácilmente desde el paso nivel ubicado mas al norte hasta la esquina de la calle 39.
Por ejemplo, a primera hora de la mañana y a la tardecita, por 1 y 38 circula un gran número de autos y colectivos que van y vienen de capital federal. Sobre ambos cruces se genera un “cuello de botella” donde los vehículos de mayor porte que se desplazan por calle 1, demoran el tránsito al girar “muy cerrados” para atravesar las vías.
Al mediodía, en el horario de salida de los colegios, la zona se vuelve caótica, especialmente para los que retiran a sus chicos de la escuela primaria 5 “Tómas Espora”. La falta de semáforos, y el tránsito continuo de autos obliga a los peatones a arriesgar su suerte, y por eso es común ver a madres cruzar corriendo con su hijo o hija de la mano.
UN RIESGO PERMANENTE
El cruce de 1 y 44 frente a la Estación de Trenes presenta elementos propios que lo convierten en un punto donde el peligro se genera cada vez que el semáforo cambia luces. Este año el accidente que involucró un colectivo urbano y el tren universitario lanzó el alerta, pero por ahora poco se hizo por generar un cambio.
En esa esquina, para los vehículos que discurren por diagonal 80 en dirección al Centro, el semáforo se encuentra más allá de las vías que salen de la Estación, paralelas a calle 1. En horas pico, cada vez que el semáforo cambia a rojo, el flujo vial se detiene en seco. Algunos conductores frenan detrás de la barrera. Pero otros -que son los más- por imprudencia o forzados por los avatares del tránsito, quedan entrampados entre el semáforo y las barreras, muchas veces detenidos sobre las vías.
El problema es especialmente grave para los colectivos, interurbanos o de línea, que terminan atravesados de lado a lado de los rieles, impidiendo la salida del tren universitario.
CONSEJOS PARA CRUZAR
El Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi) brinda algunos consejos para evitar siniestros en los cruces de vías. Los expertos recomiendan: “si se encuentra con un paso a nivel sin barrera habrá una señal que limite la velocidad y/o prohíba el adelantamiento. Si no hay señalética, reducir la velocidad por debajo de la máxima permitida. Además de la señal de STOP, un semáforo con dos luces rojas intermitentes prohibirá temporalmente el paso”. En el caso de cruce con barrera, las balizas y la señal de paso a nivel indican la proximidad del paso. Ante la señal, reducir la velocidad por debajo de la máxima permitida en esa vía.
Nunca pasar con la barrera baja, en subida o en bajada, ya que el tren estará muy cerca”. En referencia a las señalizaciones, desde el Cesvi indican que “la cruz de San Andrés advierte sobre la existencia de un cruce ferroviario. Su presencia implica al conductor que debe “ parar, mirar y escuchar “ antes de continuar su avance”.
El Día
