martes, abril 30, 2024
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Por primera vez, entrenan perros para asistir a sus dueños en el subte

Gente que viene y que va. Escaleras mecánicas. Señales sonoras que avisan la apertura o el cierre de puertas. Trenes en movimiento. El subte puede ser intimidante para un animal. Por eso, la Asociación Civil Bocalán Argentina y Metrovías llevan adelante, con el aval de Subterráneos de Buenos Aires, el primer programa para entrenar perros de asistencia a bordo de un transporte público. El objetivo es que estos canes, que ayudan a personas con discapacidades, sepan manejarse en el subte porteño.

«Entrenamos perros para personas con discapacidad física y para niños con autismo», precisa Margarita Ziade, directora de Bocalán Argentina. Por ejemplo, la labradora Sofía ayuda a Nicolás Stupenengo, que hace 9 años se rompió el cuello haciendo un clavado en Puerto Pirámides y sufrió una lesión medular grave. Su perra está preparada para asistirlo al subir con la silla de ruedas una rampa o para levantar los objetos que se le caen, entre muchas otras acciones. Y, gracias a su aprendizaje en el subte, también lo asiste a la hora de viajar por la Ciudad.

«El objetivo es generarles mayor movilidad y autonomía a las personas con discapacidad. El subte es el primer transporte público que nos brinda la posibilidad de entrenar perros de asistencia», afirma Ziade. «Este programa es importante para fomentar la inclusión a través de la accesibilidad», sostienen en Metrovías.

El entrenamiento bajo tierra empezó en abril y, además de Sofía, ya se recibieron Holly, Pampa, Maui, Delfi y Gaita, todos adultos de labrador y Golden Retriever. Durante diez jornadas, los sábados por la tarde los entrenadores los llevaban a la estación Humberto I de la línea H. Primero los hicieron reconocer olores y sonidos, otro día los acercaron a los molinetes y más adelante les mostraron los ascensores y las escaleras mecánicas. Un sábado los bajaron al andén, para que vieran el movimiento de las formaciones.

El primer viaje en subte de los perros fue el 20 de junio. Lo hicieron con sus entrenadores y Nicolás acompañó a Sofía. Se subieron en la estación Venezuela de la línea H y fueron hasta Hospitales, desde donde regresaron. Los canes, identificados con un chaleco, se portaron bien. Los otros pasajeros los miraron con simpatía, aunque no pudieron llamarlos, tocarlos o distraerlos. Es que mientras los perros están trabajando, sólo deben prestarle atención a sus dueños.

Como la primera experiencia fue un éxito, en julio comenzó el entrenamiento de una segunda promoción. Los alumnos son cuatro cachorros de un año de labrador: Rúcula, Panceta, Molécula y Átomo. Por ahora, están reconociendo el hall que está pasando los molinetes de la estación Humberto I de la H. En un mes, podrán bajar a los andenes y, si todo va bien, después les permitirán subirse a un tren.

Para Nicolás, Sofía es «una compañera de vida única». «La gente se ocupa de remarcarte lo que no podés –señala–. Pero yo digo que hay que tener una lista de todo lo que uno tiene y así construir una vida en base a lo que uno puede. Y para mí, Sofía es un puedo más».

Clarín

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