jueves, mayo 16, 2024
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Volvió a la casa donde nació, que ahora es un museo

San Antonio, Río Negro – Su voz retumbaba entre las paredes de madera y el tono entre emocionado y quejumbroso con que arrastra las palabras no pasa desapercibido en el histórico caserón emplazado en la costanera de San Antonio, frente a la ría que entra por el norte de la localidad, transformado recientemente en museo.

“Está todo tan cambiado. En el medio había una sala enorme donde yo jugaba. Tenía puertas a los costados que llevaban a las habitaciones, la mía y la de mis papás. Acá había un teléfono a manija. En verano lo llamaba a papá para que me viniera a buscar y me llevase a bañar a la marea”, asegura Liliana Remundini, quien volvió a la casa en la que nació. Tras un breve silencio, agrega: “Muy cambiado está todo”.

Allí la mujer nació en 1952, pero la casa fue inaugurada a principios del siglo XX por Guido Jacobacci, el ingeniero italiano que dirigió la construcción de las vías del ferrocarril que finaliza en Bariloche.

Liliana partió con su familia en 1961 a Bahía Blanca, donde su padre, empleado del servicio ferroviario, fue destinado a ocupar un cargo jerárquico. En esa ciudad continuó su vida hasta hoy.

Salvo el barrio donde vivían otros empleados del tren, cuyas viviendas aún están en pie, no había nada más en esa parte del poblado, asegura. Lo recuerda mucho más grande. Le falta, precisa, una parte donde estaba la cocina y el baño, y un anexo donde residía otro trabajador.

No olvida el silbato de la locomotora que pasaba a unos cien metros de allí -las vías aún están- que tiraba los vagones que llevaban o retiraban mercadería de uno de los tantos puertos de entonces.

En todos estos años siguió visitando San Antonio y en cada viaje aprovechó para dar una vueltita por el caserón, pero se iba triste al verlo abandonado y hasta usurpado luego por una familia sin techo. Para salvarlo, lo declararon monumento histórico municipal, provincial y también por el Senado de la Nación.

En 2013, por fin, el Municipio firmó un convenio con la fundación Félix de Azara para restaurar la propiedad, y transformarlo en el Museo de Ciencias Naturales y Antropología de la Costa Patagónica. Demandó casi cuatro años el arreglo, y alrededor de $900.000.Hoy, las habitaciones remozadas son salas que exhiben la biodiversidad marina, arqueología, los pueblos originarios, la historia de San Antonio y del ferrocarril.

«El inmueble se encuentra en San Antonio. Fue declarado monumento histórico municipal, provincial y Nacional por el Senado».

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