Mientras algunos pasajeros ingresan al tranvía en la estación San Antonio, en Medellín, Viviana Gamboa, ajusta su silla de conducción, revisa el tablero de control, los espejos y todos los botones que debe manipular para conducir ese vehículo de 35 toneladas, que puede llevar en su interior hasta 300 personas al tiempo.
Ella, con 22 años, es una de los 300 estudiantes que día a día tienen la gran responsabilidad de movilizar a cerca de 780.000 usuarios del sistema metro y el tranvía. Además, tiene uno de los trabajos para jóvenes universitarios más apetecidos de la ciudad.
La razón es sencilla: labora durante seis horas y media, recibe dos salarios mínimos de remuneración y puede ajustar sus horarios con los de su carrera.
Así no tiene qué decidir entre estudiar y trabajar y, de paso, cumple con una de las tareas fundamentales que permiten la operación del sistema de transporte: conducir los trenes y los vagones que facilitan el desplazamiento de las personas hacia diversos destinos.
Viviana, estudia Ingeniería en Higiene y Seguridad Ocupacional en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. Hoy cursa el octavo semestre, de 10, pero inició cuando estaba en el segundo. Ya cuenta con más de dos años de experiencia.
Y se le nota. Antes de convertirse en una conductora de este medio, que en marzo cumplió apenas un año de operación comercial en la ciudad, Viviana manejó el metro que, si bien es una tarea exigente, no se compara con los desafíos del vehículo que maniobra todos los días.
“Manejar un tren es más monótono. El tranvía, en cambio, es más dinámico. Hay que usar pedales para acelerar y frenar, estar pendiente de las señales vehiculares y tranviarias y de los peatones. Es una actividad mucho más exigente y requiere que el conductor tenga más conciencia situacional”, afirmó la joven.
Por eso, para llegar al cargo que ocupa, debió pasar el filtro de conducir el metro por seis meses y asistir a una capacitación de ocho horas diarias continuas durante un mes.
Aunque son pocos los que se interesan por su labor: A su familia ya se le pasó la fiebre de tener a una de las conductoras del metro en su hogar, lo que generó orgullo por algunos meses, y no faltan los curiosos que se acercan a la puerta de la cabina para saludarla y tomarse fotos, para ella es una gran experiencia.
“Conducir el tranvía es como manejar un carro automático. Se siente la sensación de tener poder sobre un vehículo de gran tamaño que requiere la concentración de todo mi cuerpo. En el tren solo hay que operar una palanca que acelera y frena, con el tranvía hay más interacción”, comentó.
“Me siento muy orgullosa y contenta de ser conductora. Deja muchas enseñanzas, es mi primer trabajo y me ha ido muy bien”, Viviana Gamboa.
Claro que también es una actividad de mucho estrés. Hace poco atropelló a una persona alicorada que se atravesó en las vías del tranvía. No valieron las señales acústicas con las que cuenta el vagón ni el freno de emergencia para evitar la colisión.
Recordar esa experiencia la hizo pedirles a los peatones y a los conductores que respeten el paso del vehículo sin invadir la vía. “A veces, por tomar una foto, le dan la espalda al tranvía, y los carros y las motos hacen caso omiso de las indicaciones de pare, y eso genera algunos accidentes”, explicó.
Un programa para aliviar la deserción
Lo que más motiva a Viviana y a sus 299 compañeros a conservar su trabajo es, precisamente, que puede conjugar sus estudios con su jornada laboral y, de ser el caso, cambiar turnos. “Se respeta mucho la actividad académica para no perder materias y mantener un buen nivel académico”, comentó.
Y ese es en sí el corazón del programa que en 1996 fundó el Metro para ayudar a las universidades de la ciudad a aliviar la deserción estudiantil.
En la actualidad se cuenta con un convenio con tres instituciones: la Universidad Nacional de Colombia, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid y la Universidad de Antioquia que lideran la iniciativa.
Claudia Franco, coordinadora del programa de conducción de vehículos ferroviarios, le explicó a kienyke.com que en 21 años de funcionamiento, cerca de 2.500 jóvenes se han beneficiado.
“Una de las realidades inmensas de este programa es que forma para la vida. No solo ayuda al estudiante económicamente, sino que les hace un acompañamiento y les permite a avanzar en la Universidad. Para ellos esto es muy valioso”, contó.
Otro aspecto que destacó Franco, es que aunque conducir un transporte público es una actividad tradicionalmente masculina, entre los conductores hay equidad de género e incluso las mujeres han llegado a ser mayoría.
En este momento, comentó, la distribución es de 51% hombres y 49% de mujeres.
Los requisitos para ser conductor
De acuerdo con Claudia Franco, las condiciones básicas para optar por un puesto de conductor del metro son sencilas: “estar entre el segundo y tercer semestre de cualquier carrera, tener cédula o al menos haber sacado la contraseña, y para los hombres, tener su situación militar definida (contar con tarjeta militar)”.
Para manejar el tranvía, además de exigir licencia de conducción se debe contar con la licencia ferroviaria, que la da el Metro por el manejo de trenes.
Las convocatorias normalmente se hacen públicas en febrero y en septiembre, y aunque hay un convenio con las tres instituciones de educación superior mencionadas antes, cualquier estudiante de entidades públicas y privadas diferentes puede aplicar llevando su hoja de vida a la Fundación Universidad de Antioquia.
Para Franco este es un programa modelo para la ciudad. “Como los muchachos se forman y se capacitan por competencias, les dan una integralidad gigante que, sumado a la experiencia de trabajo con los usuarios y los compañeros, los convierten en personas con alta capacidad de trabajo en equipo, comunicación asertiva y trabajo bajo presión. Un potencial que un estudiante universitario cuando culmina sus estudios no tiene”.
Viviana, por su parte, considera que este programa es una gran oportunidad. “Como estudio ingeniería en seguridad ocupacional me gustan mucho los retos, aprender de vehículos y su mecánica. Vi que esta era una buena forma de poner en práctica mis conocimientos académicos para mejorar el servicio”, concluyó.
Y para muchos ha sido el primer paso para llegar a hacer parte de la empresa Metro. De acuerdo con Claudia “es gratificante descubrir en los encuentros laborales que cerca de 160 exconductores hacen parte de la compañía, pero ya como profesionales”.
Por: Elizabeth Correa Londoño
Fuente y fotografía: kienyke